La despedida
Siento con toda mi alma tener que hacerle esto a Lis, pero debemos irnos. Sólo sé que este lugar le encanta y que le está costando muchísimo prepararlo todo para nuestro viaje de regreso a casa, sé que este año ha hecho amigos, amigos de verdad, que ha encontrado lugares nunca vistos y que nunca va a olvidar, que ha sido realmente feliz aquí, pero no puedo hacer nada. Supongo que me verá como una mala madre, pero sólo soy una madre egoísta. Me dieron trabajo en California por un año y vine aquí con ella, eso no le importaba, decía que excepto yo no había nada importante que le atara a su casa. Así que vinimos. Lo que no me imaginaba es que haría ataduras tan fuertes aquí que nada ni nadie podrá borrarlas.
Hoy estoy en mi lugar favorito, y es que vengo aquí siempre que puedo. El cielo parece más tranquilizador que en ningún otro sitio, como si alguien lo hubiera pintado con diferentes capas de color: azul, morado y un luminoso naranja inducido por los rayos del sol. Aquí la hierba es verde aún cuando, en esta época, debería estar seca, aquí escribo párrafos que me envía de vez en cuando la inspiración, y le cuento mis secretos al viento, tan apacible como sólo es aquí. Me siento en el prado y me pongo a pensar en todo lo que ha ocurrido este año, y quizá sólo sean imaginaciones mías producidas por la mala memoria que tengo, pero ha sido uno de los mejores. Sin embargo tengo que despedirme de este lugar. En este momento me levanto con lágrimas en los ojos y con un gesto de adiós en la mano. Mi melena rubia ondea al viento y veo como una libélula surca el firmamento, grabo la imagen de este lugar en mi mente, porque puede que no vuelva a verlo nunca. Luego me doy la vuelta, y escucho la música del coche que ha venido a recogerme, es como si fuera acorde con una despedida, pero eso sólo hace que las lágrimas de mis ojos se deslicen aún más deprisa por mis mejillas.
Aqua