Crónicas De Garja: Noche De Novios
Es una noche particularmente fría en el reino de los elfos, dos novios se encuentran uno cerca del otro intentando calentarse entre ellos.
La chica se siente algo nerviosa de estar por primera vez a solas junto a su novio.
Él se acerca bastante a ella, la besa en la frente y la abraza. Ambos están en casa del chico, la luz se fue hace horas, la brisa de la noche no hace más que incrementar el frío.
El elfo besa a su chica en los labios, saboreando los labios de su amada, ella no puede resistirse más y lo besa de regreso, ambos caen al piso envueltos en la pasión del momento.
Repentinamente ella nota un pie cerca de ellos, se sienta por la impresión y abraza a su novio.
— ¿Qué diablos es eso? —cuestiona aterrada mirando una sombra frente a ellos.
—Es Pinky—responde él algo agitado —es mi androide, lo he estado construyendo desde hace varias semanas, y justo hoy lo terminé.
—Por el dios Sabiduría, ¿para qué diablos quieres un androide? —pregunta recuperándose de la impresión.
—No sé, me pareció divertido.
—Eso es algo… —decide callar, no quiere ofender a su novio.
Él la comienza a besar nuevamente, se dedica a besarla en el cuello, ella gime y se muerde el labio inferior, le comienza a quitar la camisa hasta que el androide le vuelve a llamar la atención.
— ¡Esa cosa tiene un acordeón! —grita sorprendida.
—Sí, le gusta sostenerlo, pero no te preocupes, nunca lo toca ni nada —asegura él, continúa besándola en su cuello.
Ella decide ignorar a la máquina ante ellos, su mente se pone en blanco, acaricia el cabello de su amado.
Ambos se acuestan, él comienza a quitarle su blusa de ceda; color celeste, ella se resiste un poco al principio, pero al final deja que se la quite. Por el color de su sostén da la impresión, en la oscuridad, como si no llevara nada puesto.
—Adoro ver tu cuerpo desnudo, mi amor —dice él acariciando el cuerpo de su amada.
Ella gime —me asusta un poco, cariño —confiesa nerviosa —es nuestra primera vez y yo no… —deja de hablar al ver al androide bailar.
—No te preocupes, hace eso de vez en cuando, pero no es peligroso —asegura él.
— ¡Es demasiado extraño! —reclama ella vistiéndose nuevamente.
—Lo siento, amor, vamos a otra habitación, Pinky no puede salir de este cuarto sin permiso.
—Más te vale —amenaza ella.
Pasan a la habitación de al lado, que es el cuarto del chico. A la elfina el cuarto le parece bastante acogedor, con una enorme cama que la hace sonrojarse.
—Aquí estaremos más a gusto, amor —asegura él sonrojándose un poco.
—Eso creo —se sienta en la cama.
Él se sienta junto a ella, comienza a besarle el cuello, ella no tarda en comenzar a gemir, el elfo la desviste lentamente, la besa apasionadamente jugueteando con su lengua. Ella no se resiste, comienza a besarlo, le quita la camiseta y acaricia su pecho con delicadeza.
—Me encanta sentir tu piel, amor —alaba ella besándolo.
—Y a mí sentir la tuya, —la besa en el cuello y comienza a subir hasta su oído, mordisquea su lóbulo y le susurra —me enloqueces.
La acuesta lentamente, le acaricia el vientre mientras la besa, ella coloca sus brazos alrededor de su cuello y lo acerca a su cuerpo.
Se la pasan entre caricias y besos, halagos y gemidos, hasta que la chica nota una pecera en la habitación.
Se levanta dejando a su amado con ganas de más, se levanta desnuda, casi lanzándose sobre la pecera, con sus ojos iluminados. Desde niña siempre le han gustado los peces, y en esa pecera de casi dos metros de largo y uno de alto tiene muchos peces pequeños, de muchos y distintos colores, de muchas y distintas razas.
De entre todos, el que más atención le llama es un pez dorado alquímico; un raro pez del país de los alquimistas; de un hermoso color dorado, grandes ojos negros que reflejan a la chica, pequeña boca que escupe mini burbujas plateadas.
— ¡Que hermosura!, ¿cómo se llama este pequeño? —pregunta ella emocionada.
—Ya que —se dice en voz baja el elfo, toma una cobija y se la pone encima a su novia para que no se enferme —ese es Ein, lo tengo desde hace años, mi padre me lo regaló antes de morir, desde entonces lo he cuidado.
—Es muy hermoso —ella lo beso.
—No tanto como tú —la besa.
Se abrazan y se quedan mirando la pecera hasta que regresa la luz.
Dark: En principio te felicito por lo impecable de tu escrito. quizá al final debieras haber dicho: "ella lo besa".
ResponderEliminarLo del elfo y elfa, de pronto me hace sentir como que hay una sobrepoblación de estos personajes en los relatos. Pero...bueno, parecen estar de moda.
Me gustó tu escrito, aunque se me hizo un tanto extraño que una chica interrumpa su sesión de sexo por contemplar unos peces, pero de que las hay, las hay, no lo dudo.
Cariñosamente: Doña Ku
Un relato que desprende dulzura. Original la manera de introducir los elementos fuera de lugar y sobre todo: simpático y divertido. Enhorabuena,
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