La bailarina sale a escena una noche más. Es Odette, la primera figura de una obra que representa el amor y la magia, enlazando en sus actos, la eterna lucha entre el bien y el mal. Su compañero, un bailarín de fama internacional, protagoniza al príncipe Sigfrido, enamorado de ella, convertida en cisne por el hechizo de un indigno brujo y de Odile, el cisne negro e hija del hechicero.
El rostro de la bailarina muestra cansancio, pero no quiere defraudar a su público que espera todo de ella, lo mismo que de su compañero. Ambos desean ofrecer esa noche una actuación insuperable. En unos pocos minutos han conseguido abstraerse del mundo y de sus espectadores para sumergirse más y más en los complicados movimientos de aquella danza que sus cuerpos conocen tan bien. A una pequeña distancia de ellos, se deslizan plácidamente los cisnes. Conduciendo al grupo hay una hermosa ave. El bailarín camina a lo largo de la orilla del lago hacia ellos; cuando está a punto de seguirlos ve algo en la distancia que lo hace vacilar. Se para cerca de la borde, luego se retira rápidamente a través del claro para esconderse. Ha visto algo tan extraño y extraordinario que debe observarlo con detenimiento y en secreto.
Apenas se esconde, entra en el claro la mujer más hermosa que nunca vio. No puede creer lo que ven sus ojos, puesto que la joven parece ser a la vez cisne y mujer. Su exótico rostro está enmarcado de plumas, que se unen al pelo. Su vestido de tules, puro y blanco está embellecido con suaves penachos. En su cabeza descansa la corona de la Reina de los Cisnes. La joven piensa que está sola, aterrorizada, todo su cuerpo tiembla, sus brazos se aprietan contra el pecho en una actitud, casi desvalida, de autoprotección; retrocede ante el príncipe, moviéndose frenéticamente, hasta el punto de caer como un pájaro herido.
Sigfrido, ya enamorado de ella, le ruega que no se marche volando y ante su miedo le indica que nunca le disparará, que la protegerá. Ella es Odette. El bailarín la saluda y dice que la honrará; pero le pregunta: ¿A qué se debe que sea la Reina de los Cisnes? El lago, le explica la bailarina, fue hecho con las lágrimas de mi madre al verme convertida en la Reina Cisne. Y seguirá siéndolo, excepto que, entre la media noche y el amanecer, un hombre me ame, se case conmigo, y me sea fiel.
El espectáculo avanza hacia su desenlace, acrecentándose en cada giro y en cada paso; por la pasión de los bailarines. Los brazos de su compañero la alzan en acrobacias que desafían las leyes de la gravedad. La bailarina no se siente inquieta, confía en su compañero, como siempre.
Al iniciarse el cuarto acto, el grupo de doncellas cisnes, bailarinas experimentadas, se han agrupado a la orilla del lago espejado en el escenario. Odette, aparece llorando, ellas intentan consolarla, tal como lo han hecho noche tras noche. Le recuerdan que no tema, que Sigfrido es tan solo un humano.
La música se intensifica, el bailarín entra corriendo al claro y busca frenéticamente a Odette, su pareja, cobijada entre los cisnes. La toma entre sus brazos, jurándole su amor infinito y pidiendo su perdón por acceder a participar en la cacería de cisnes. Odette lo perdona, pero le dice que ello no sirve para nada, porque su perdón se corresponde con su muerte.
El cuerpo de Sigfrido convulsiona, los priones que entraron en su cuerpo con las frutas contaminadas que ingirió en la merienda; comienzan a invadirlo con sus proteínas, produciéndole alteraciones neurodegenerativas irreversibles, cambiando su conformación tridimensional. Cae entre estertores y espuma. Sus piernas se han multiplicado por dos, inducidos; los amiloideos plegados en apretadas hojas desbastaban sus neuronas. El crecimiento exponencial de los priones en su cerebro atacó el equilibrio entre el crecimiento lineal y la rotura de los agregados proteínicos. Ya no es Sigfrido, sino el mutante del ser que el bailarín una vez fue y jamás volverá a ser.
El resto de los danzarines eternizan el instante clavados en el escenario, anonadados por la irracionalidad del acontecimiento. Las luces enfocan el escenario. La bailarina se abraza a su enamorado tratando de salvarlo de la metamorfosis.
En ese instante, detrás de bambalinas, el asombro. Gritos desenfrenados provienen de la sala. Los espectadores baten sus palmas, exclaman, aúllan. Prismáticos y flashes de cámaras brillan en la oscuridad del teatro. La muchedumbre se levanta de sus butacas para asegurarse; de que aquello que sus ojos ven es cierto, que el cuerpo de Sigfrido, el bailarín, ha mutado en una criatura extravagante y siniestra.
El rostro de Sigfrido estalla desde cicatrices semejante a los huecos que deja la viruela. Los dientes, antes inmaculados, se muestran amarillos, afilados, largos, enormes y macizos como las brocas. Los ojos cambian de color y tamaño. Del azul al negro intenso, redondos, semejantes a los de un mono. En ese instante el tiempo se extravía; la danza se convierte en una orgía de miradas colmadas de interrogantes.
El bailarín abre la caverna de su boca y habla con una elocuencia tan profunda que parece un erudito griego. Su voz es áspera, arrastra las vocales, tal vez, por la súbita transformación.
En un demencial estado de enajenación el bailarín metamorfoseado termina arrancándose su propia oreja y comiéndosela... Aun así, descubre que como cualquier otro ser tiene sus virtudes, sus claroscuros, sus tragedias, sus dolores, su furia, sus resentimientos, su coraje, sus sueños, sus ilusiones... El mutante, como un niño travieso, masticando al descuido un chocolate, devora a mordiscos a la bailarina, que se deja digerir mansa y entregada. El resto del ballet huye temiendo ser engullido por la bestia, mientras el mutante y lo que queda de la bailarina, alcanzan su momento sublime, su momento de epifanía, su momento de éxtasis.
Tal como lo habían deseado antes de salir a escena, esa noche, sin proponérselo, dieron un espectáculo inigualable.
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ResponderEliminarLiliana: Esto no pudo haber sido más que "sales de baño", esa droga que hace que quién la consuma practique el canibalismo...digo yo.
ResponderEliminarAunque eso de la metamorfosis, como que rebasa el asunto.
Pues , me parece una buena narración, aunque en algunos párrafos, algo confusa.
Lo que sí creo que está difícil,es entender los términos científicos, tales como: Priones = Proteína de carácter infeccioso, capaz de autorreproducirse. Agregados proteínicos, bueno eso es más fácil de entender. Amiloideo : Parece ser un conjunto de enfermedades de etiología diversa, pero no estoy segura.
Creo, sinceramente, que en este caso no estaría mal explicar los términos con los que no todos están familiarizados.
Con cariño: Doña Ku
Guau! La verdad, no me esperaba ese final para nada (pensé que la Reina Cisne podría ser la mutante) y aparte de estar bien narrado, el mezclar lo bello y elegante con lo gore no tiene precio. Por un momento dudé si lo que estaba ocurriendo era real o parte de la obra, pero al final lo aclaraste.
ResponderEliminarNo me convenció demasiado la historia. Muy "flashera" diríamos en mi país. No está del todo mal, pero me dejó confundida...
ResponderEliminarSaludos!
Hola, a mi me gusto mucho tu relato, es muy sorprende y dinámico en cuanto a sucesos, muy acorde con los dos personajes, saludos
ResponderEliminarGracias compañeros por sus comentarios, a todos, me parece muy buena la crítica sobre lo ciéntífico del relato. Lo reeleré y trataré de hacerlo más accesible a la lectura.
ResponderEliminarEsta es una oportunidad maravillosa, me refiero a los comentarios, ya que ,me siento gratificada porque me han leído. Sé que mucho camino tengo para andar y lo bueno es eso, seguir andando, escribiendo y reescribiendo.
Un cariño y abrazos para todos
Lili