Navidad accidentada
La familia entera se sentó a la mesa, decorada con un mantel verde oscuro con estampado rojo de acuerdo con la época navideña. Estaba llena de comida, un enorme pavo para celebrar el día de Acción de Gracias debido a que no habían podido reunirse en esa ocasión; pasteles, patatas, postres varios y toda una selección de bebidas distintas según el gusto y paladar de cada uno. Todo el mundo disfrutaba y las caras largas brillaban por su ausencia, nada que ver con lo anteriormente vivido no hacía demasiadas horas…
8:30 AM en casa de los McKenzie.
—¡Jack, date prisa! —Gritó Helen recogiendo a toda prisa su ropa en una destartalada maleta—. ¡Vamos a llegar tarde! No tenías que haber montado esa juerga anoche.
—Pues bien que te gustó —replicó él mientras salía del baño y metía sus objetos de aseo personal en una bolsa de viaje sin cuidado alguno. Luego la cerró y se dispuso a bajar para dejarla cerca de la puerta.
—¿A dónde vas así? —Inquirió ella con el ceño fruncido—. ¿Y tus zapatos?
Él se los miró dándose cuenta con notable sorpresa de que no los llevaba puestos.
—¡Ostras! —Exclamó soltándolo todo.
Ella sacudió la cabeza, Jack era famoso por sus despistes, aunque dejó de hacerlo cuando vio correr el agua por el suelo del pasillo a través de la puerta abierta. Como era natural, lo normal no solía ser que el agua circulara por el parquet así que siguió la corriente hasta el cuarto de baño de sus hijos, quienes estaban medio hundidos en la bañera con el grifo y la boca abierta, totalmente dormidos.
—¡Ay, Dios mío! —Chilló intentando despertarles para que no se ahogaran—. ¡Despertad! ¡Vamos! ¡Arriba! —Le dio palmadas en las mejillas hasta que consiguió espabilarles—. Salid de aquí de una vez y corred a vestiros. Y más os vale secar esto después si no queréis oírme abrir la boca.
Como dos zombis los niños salieron de la tina, casi se rompieron la crisma al resbalar y se envolvieron en sendas toallas para luego dirigirse a sus habitaciones. Helen se preguntó si sería necesario echarles un vistazo después, algo de lo que se convenció cuando les oyó jugar con sus Buzz Ligh Year.
10:30 AM en casa del matrimonio Tannembann.
—¿Cómo es que estamos en Brooklyn cuando se supone que deberíamos estar en el aeropuerto? —Preguntó Lori hecha una furia.
—Es este GPS, no soy un hombre de nuevas tecnologías —repuso Paul peleándose con el aparato.
—¿Y qué no entiendes? —Inquirió con ironía—. ¿La izquierda, la derecha o lo que son los metros?
Él la miró indefenso.
—No seas así, no lo he hecho queriendo.
—Ni tampoco los dos últimos años nuevos pero mira como hemos terminado siempre, estoy harta —Paul se relajó durante un minuto pero Lori no había terminado—. Y una cosa si te voy a decir, cariño, como nos perdamos la reunión de este año también te juro que un apéndice de tu cuerpo desaparecerá mientras duermes. No me tientes —lo dijo con voz suave y aterciopelada pero él sabía que lo decía muy en serio, llevaba una racha de meter la gamba impresionante. Primero había conseguido no llegar a tiempo a las convocatorias familiares los dos últimos años; se había comprado unos carísimos palos de golf; y había olvidado por completo el aniversario de su boda. Y, por supuesto, Lori había registrado a fuego en su cabeza todos y cada uno de esos fallos, que le haría pagar a la más mínima oportunidad.
Tenía que llegar a Los Hamptons a tiempo para la cena de Nochebuena como fuera.
10:30 AM en los grandes almacenes. Familia Becket.
—¿Cómo has podido hacerme esto? —Saltó Riva al borde de un ataque de nervios—. Me dijiste que habías comprado todos los regalos.
El aludido se miraba en el espejo mientras se probaba una chaqueta de Armani.
—En realidad dije que los tenía asegurados —puntualizó.
—Di por supuesto que te referías a que ya los tenías guardados —luchaba con otra mujer por la última muñeca que habían anunciado en la televisión—. No pensé… ¡¿Quiere soltar eso?! ¡Yo lo vi primero!
—¡Y un cuerno! —Le respondió la otra mujer tirando violentamente.
—Podías haberlos comprado tú, para lo que haces en casa… —Mascullaba su marido por lo bajinis.
—¿Qué has dicho? —Preguntó Riva frunciendo el ceño.
—Que te quiero mucho, cariño —se corrigió él.
Su mujer no se lo tragó pero tenía a tres hijos esperando regalos que aún no tenía y lo dejó pasar, aunque se guardaría el comentario en el baúl de las cuentas pendientes.
Todos consiguieron llegar a tiempo tras una miríada de obstáculos a cada cual más surrealista, los McKenzie se vieron detenidos por un falso chivatazo de tenencia de drogas; los Tannembann tuvieron que coger un vuelo distinto porque Lori se peleó con los de Facturación por su equipaje; y los Becket tuvieron que soportar un atasco monumental más cientos de paseos con pérdidas en el aeropuerto. Aunque al final de todo se reunieron en Los Hamptons, sanos y salvos pero notablemente fastidiados. Sin embargo, con la llegada de la noche las malas vibraciones se esfumaron y cada uno pudo disfrutar de la velada, las tres hermanas estaban más que orgullosas de haber podido quedar sin demasiados problemas. Aunque los accidentes no se acabaron hasta el día siguiente, cuando los niños empezaron a abrir los regalos y los adultos se dieron sus presentes.
—¿Mamá, qué es esto? —Preguntaron los tres hijos de Riva mirando desde todos los ángulos sus juguetes.
La estancia se había quedado en silencio, en un silencio tenso y poco grato.
—Te dije que envolvieras los regalos de los críos en papel rojo —decía entre dientes su madre mientras les quitaba los objetos con una vergüenza inmensa.
Su marido los escondió en la primera bolsa que encontró.
—Dijiste que con papel azul —rebatió procurando no mirar a nadie.
Ella suspiró.
—Hazme un favor, cielo, la próxima vez que quieras regalarme juguetes para mayores de dieciocho no los dejes al alcance de cualquiera. Menos aún de los demás —le pidió haciendo una salida rápida mientras tiraba de él—. Lisa se ha pensado que era un plátano de plástico semi transparente —se moría de vergüenza.
—Mensaje captado —replicó él—. Y ahora, aprovechando todo este lío, ¿qué tal si nos vamos a jugar? —Ella sonrió y asintió.
No les volvieron a ver en dos horas.
Roxy
jajaja muy bueno Roxi!!Menudos líos tuvieron todos y la verdad que casi siempre es tal cual!!
ResponderEliminarGeneralmente dejamos todo para último momento en fechas así y luego es un lío.
Ni que decir que me encantó la última parte, quedó genial!!
Un placer leer tu texto!!
MUY PERO MUY FELICES FIESTAS!!!
Muy bueno y original... felicidades, me gustó mucho.
ResponderEliminarXD está genial!
ResponderEliminarRoxy_ ¡Ay los regalos navideños! Sería mejor que cada quien se regalase a si mismo y regalarse mutuamente abrazos y besos, ¿no crees?
ResponderEliminarMuy divertido tu relato, siempre hace falta reírse.
MUY FELIZ AÑO!: Doña Ku