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Sandra

martes, 26 de febrero de 2013

Fuera de lugar -Autora Kai-

Aquel día amaneció tarde y amaneció lloviendo. Las gotas de agua, cual crisálidas transparentes caían cristalinas del vientre oscuro y tormentoso de aquel cielo de verano.
Aquel lluvioso día, era el día de la graduación de Theo. Cuando se levantó de la cama y vió como la lluvia repiqueteaba contra el cristal de la ventana, dejó escapar un suspiro y se vistió a toda prisa.
Aquel día tendría el doble o el triple de trabajo, pues dado el mal tiempo tendría que afanarse más en cada una de las tareas de la granja, especialmente guareciendo a todos los animales en sus respectivos cobertizos.Tras vestirse, bajó raudo las escaleras, se sirvió una taza de leche y cogió un puñado de galletas del planto que presidía la mesa de la cocina y salió al exterior. Mientras cruzaba el patio y se dirigía a la puerta del establo de las vacas, pensaba en ella. Aisa era la chica más bonita y dulce que existía, y él, tenía la enorme suerte de ser su pareja en el baile de graduación que iba a celebrarse aquella noche. Se puso manos a la obra, y trabajó, trabajó y trabajó sin apenas un minuto de descanso hasta que atardeció. Tras asearse se vistió con el traje nuevo que su madre había dispuesto primorosamente sobre su cama. Mientras trataba de hacerse el lazo de la pajarita con manos nerviosas, continuaba pensando en ella.La voz de su madre apremiándole le sacó de sus ensoñaciones. Bajó al salón, dio un beso a su madre y sonrió a su padre.
-¡Suerte hijo, pásalo bien!- Le susurró su padre al tiempo que depositaba en sus manos las llaves de su viejo coche .
Salió al exterior, arrancó un ramillete de margaritas nuevas del jardín de su madre y subió al coche, mientras silbaba su canción favorita, se acomodó en el asiento, colocó el retrovisor, se puso el cinturón, introdujo la llave en el contacto y… se le cayó el alma a los pies. El coche no arrancaba, lo intentó una, dos, mil veces pero el motor no despertaba. No podía creerlo, no podría llevar a la chica de sus sueños al baile tal y como lo había soñado cientos de veces. Una lágrima de frustación, caminó por su mejilla. La granja de sus padres quedaba lejos de la ciudad, donde vivía Aisa, así que era imposible que llegara a tiempo a recogerla si iba caminando bajo la lluvia.
Salió del coche dando un portazo y se encaminó de nuevo hacia la casa, y mientras abría la puerta escuchó un sonido familiar que le devolvió la ilusión.
Corrió a través de la finca, llegó hasta los campos de cultivo y diez minutos después iba conduciendo el viejo tractor de su padre por la carretera rumbo a la ciudad.La lluvia comenzó a caer con más fuerza, furiosa. El tractor era viejo y no tenía capota, así que Theo viajó hacia la ciudad calado hasta los huesos, mientras el agua no paraba de mojar su traje y su alma.
Finalmente llegó ante la casa de Aisa. Llegaba tarde, mojado y nervioso. No creía que ella quisiera recibirlo con aquel aspecto y menos que accediera a subirse a aquel desvencijado tractor para acudir al baile con él, pero tenía que verla. Aquel viaje bajo la lluvia merecería la pena si al menos podía mirarla a los ojos aunque sólo fuera una vez, aquella noche.
Aisa le abrió la puerta, una sonrisase dibujó en su cara en cuanto le vió y le invitó a entrar enseguida.
-Perdóname, por favor, por presentarme así, pero el coche no arrancaba, llovía a cántaros, y yo… yo quería verte y llevarte al baile de graduación aunque tenga que ser en el viejo tractor de mi padre, si tú aceptas claro- alcanzó a decirle con cierto titubeo
Ella lo miró a los ojos y volvió a sonreírle.
-Tenía miedo de que no vinieras, me muero por ir al baile contigo pero primero has de ayudarme con algo muy importante.
-Por supuesto-dijo Theo, emocionado al ver el cálido recibimiento de ella
Aisa lo condujo al salón y le indicó que se sentara en el sofá al tiempo que ella se dirigía hacia una cunita con dosel que estaba junto a la pared. Alargó las manos dentro de ella y las alzó de nuevo sujetando un bebé precioso.
-Es mi hermanita pequeña, hemos de darle el biberón y esperar a que llegue mi madre, antes de irnos. Le ha surgido un problema en el trabajo y me llamó hace un rato para decirme que llegaría a casa un poco más tarde. Lo siento Theo, Intenté llamarte para decírtelo pero no logré contactar contigo. Entenderé si prefieres irte ya y acudir sin mí, al baile, porque debe estar a punto de empezar
-Sin ti no hay baile, Aisa.
Ella volvió a sonreírle, se sentó junto a él y comenzó a darle el biberón a su hermanita. Fuera, la lluvia aumentaba de intensidad y golpeaba intensamente las ventanas, pero en el interior parecía que el tiempo se hubiese suspendido. Llevaba enamorada de Theo desde que ambos estaban en la guardería. Debido a la vergonzosa timidez de ambos, apenas sí se habían dirigido unas cuantas palabras en los últimos años, y había sido toda una sorpresa cuando él se le había acercado antes de entrar en clase de matemáticas y le había preguntado en un susurro sí quería ser su pareja en el baile de graduación. No podía creer que él hubiese hecho aquel viaje bajo la lluvia solo para verla y estar con ella, y que no le importase esperar allí en lugar de estar ya en el gimnasio del instituto divirtiéndose con sus amigos.De repente, el sonido de una llave en la cerradura, era la madre de Aisa que había llegado a casa.
Theo la ayudó a subir al tractor. Continuaba lloviendo así que Aisa desplegó un paraguas mediano apenas suficiente para cobijarlos a ambos y se acurrucó contra Theo. Parecía que el temporal trataba de impedir por todos los medios posibles que la pareja llegara al baile, ya que cada vez llovía más y el viento ululaba feroz, sacudiéndolo todo y a todos a su paso. De pronto, un estruendo resonó en el tramo de carretera que tenían por delante. El tronco de un árbol acababa de partirse y había caído a plomo justo delante del vehículo.
-Creo, que podré partirlo en dos y apartar las dos mitades para que podamos pasar!-dijo Theo, al tiempo que bajaba del asiento y se dirigía a la parte trasera del tractor. Allí, en un pequeño compartimento de carga, encontró el objeto que buscaba envuelto en una manta vieja. Al retirarla vió la luz un viejo cuchillo de guerra de forma cóncava y de mango ancho.
-Es un sable- le dijo a Aisa-Lo encontró mi padre en un mercadillo de antigüedades y lo lleva en el tractor para cortar las malas hierbas de los campos en la finca.
Blandiendo el sable con gran esfuerzo pudo talar en dos el grueso tronco del árbol, dejando suficiente espacio para poder pasar con el tractor.Finalmente, llegaron al instituto. De las ventanas del gimnasio brotaban ríos de luz de diferentes colores, y la música de baile viajó hasta ellos con la brisa nocturna.
Había cesado de llover, y una telaraña de estrellas doradas cubría la bóveda celeste de la noche.Se miraron a los ojos.
¿Quieres entrar?-Le dijo Theo en un susurro al oído
-Quiero estar contigo- le dijo ella
-Y yo contigo, siempre- le respondió Theo- Ha sido el mejor baile de graduación al que he acudido y acudiré nunca, y espero que nunca dejemos de bailar juntos.
La rodeó con su brazo y allí se quedaron mirando las estrellas mientras sus almas danzaban enamoradas

4 comentarios:

  1. Um, me gusta como has metido los elementos en la historia y el final de la misma.
    Un abrazo ^^

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  2. Kai: Me gustó tu relato,lo único que te aconsejaría es que evitaras repetir las frases, como:"Aquel día,"Aquel lluvioso día",
    "Aquel día".
    Por lo demás me pareció bastante divertida la historia:Doña Ku

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  3. Me ha dado la impresión de estar leyendo un cuento...me ha gustado. Saludos

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